Hoy únicamente le aburriré,
improbable lector, con una referencia ineludible. Referencia electrónica que,
quiero recordar, otros blogs hermanos ya señalaron. Efectivamente es
redundante, pero cuando una noticia es grata, es seguro que no considerará un
fastidio rememorarla. Además, me apetece narrarlo de nuevo porque, de alguna
forma, pone de manifiesto la vigencia, la actualidad, la renovación permanente
de nuestra ciencia heráldica. En este caso, además, en formato oficial del
Estado y aludiendo a la más alta instancia.
Ya lo ha adivinado sin duda,
improbable lector. Sí, se trata de las armas del rey don Felipe. Armas que han
sido hechas públicas y han adquirido en consecuencia carácter institucional para
el Estado a partir de su publicación en el diario oficial. La página en cuestión es esta: BOE.
Ese hecho, ya en sí mismo, es motivo de orgullo y satisfacción para la
comunidad heráldica. La realidad es que aún, en pleno siglo XXI, nuestro anciano
Boletín Oficial del Estado recoge la concesión de armas nuevas adoptadas por
individuos, por personas.
No es excesivamente extraño, es
verdad, advertir la concesión de armas a entidades de carácter sobre todo municipal
en los diferentes diarios oficiales que pueblan nuestra patria, tan
estratificada geográficamente. No sólo no es chocante, sino que es incluso
relativamente frecuente.
De hecho, me comentaba recientemente el
marqués de La Floresta que recibe anualmente un buen número de encargos de
entidades municipales solicitando su asesoramiento al efecto de recomponer, de
adaptar, o incluso de adoptar armas que representen al conjunto de los ciudadanos
de diferentes pueblos castellano-leoneses. Escudos municipales que se
recogerán, una vez recorridos los diferentes escalones administrativos
necesarios, en el diario regional.
Pero esa sana práctica no se
reproduce ante la adopción de armas por parte de los individuos particulares. Únicamente
se ha advertido, desde el advenimiento de nuestra actual democracia, en la
convalidación del uso de armas a quienes pertenecen al solar de Tejada y en las
elegidas ahora por el rey don Felipe. En cualquier caso, que las armas
escogidas por voluntad propia por el nuevo monarca se hayan institucionalizado
en el BOE es un buen augurio.
Entrando en materia, reseñar
que las armerías publicadas son del todo correctas, como no podía ser de otra
forma, excepción hecha como ya sabe improbable lector, por la práctica no
abandonada desde el siglo XIX de representar el escusón de la dinastía reinante
en una forma impropia para un varón: ovalado. Bueno, no tiene mucha
importancia, la perfección la conoceremos en el Cielo.
El león del reino homónimo ha
vuelto a su color púrpura, renunciando al gules que escogió el rey don Juan
Carlos.
Además, creo que es común observación por parte de todos los
aficionados a esta ciencia, el dibujo en su conjunto no es que sea un alarde de
derroche artístico, ¿verdad?: el león no se sabe si va o viene, quiero decir
que no se advierte si la pata trasera que adelanta es la derecha o la izquierda;
el castillo posee un nuevo diseño que, bueno, no está mal, pero se podría haber
recurrido al genuino medieval que ideó el rey don Alfonso VIII;
la granada ya no es esférica, ahora, como la tierra, es achatada, pero por el ecuador. En fin. En cualquier caso no es un diseño del todo malo. Bueno, voy a ser sincero caramba, sí que lo es si se compara con el realizado por don Carlos Navarro Gazapo, conde del Grabado Real en el reino del Maestrazgo. Confrontado con el del maestro Navarro Gazapo resulta pueril. Pero es el que ha escogido el rey y en consecuencia lo acataremos como buenos súbditos que somos todos los heraldistas.
la granada ya no es esférica, ahora, como la tierra, es achatada, pero por el ecuador. En fin. En cualquier caso no es un diseño del todo malo. Bueno, voy a ser sincero caramba, sí que lo es si se compara con el realizado por don Carlos Navarro Gazapo, conde del Grabado Real en el reino del Maestrazgo. Confrontado con el del maestro Navarro Gazapo resulta pueril. Pero es el que ha escogido el rey y en consecuencia lo acataremos como buenos súbditos que somos todos los heraldistas.
Ya concluyo improbable lector. Finalizo
manifestando un pero a la propia publicación: y es que cabe, en última
instancia, preguntarse cómo no ha sido la firma del rey de armas con el que
contamos aún en España el que ha convalidado de alguna forma, o refrendado, la
adopción del nuevo escudo del rey don Felipe.