Como recordará, improbable lector, hace
algún tiempo se aireó a los cuatro vientos (o casi mejor decir las cuatro
tenues brisas que soplan sobre este exiguo entorno de la ciencia heroica y
sus colaterales) la orden que retiraba el permiso para el uso sobre el uniforme
de tres condecoraciones de la Alianza Atlántica otorgadas en su día al marqués
de La Floresta.
Por supuesto, no se otorgó pareja
publicidad a la concesión, escasas fechas después, de la Gran Cruz de la
Guardia Civil que le fue conferida con todo merecimiento.
Hoy sin embargo es un honor, y un deber de
justicia, hacer pública la rectificación del asunto de las medallas OTAN a
través de las palabras del propio marqués:
Querido José Juan: bien conoces que durante
el último año he
estado padeciendo una campaña inicua de ataques e injurias, movida por el
miserable afán de venganza de dos sujetos y las torpes maledicencias de algunas
otras gentes de mal corazón, que se ha basado en un asunto menor: una supuesta
irregularidad respecto del otorgamiento de tres medallas de la OTAN (concedidas
hace años y que por cierto nunca he lucido), cuyo uso sobre el uniforme militar
me fue retirado por el Jefe del Estado Mayor de la Defensa, según orden
publicada el 19 de junio de 2013 en el Boletín Oficial del Ministerio de
Defensa.
Recurrida por mí esta arbitrariedad ante
los Tribunales de Justicia, he obtenido sentencia firme el 19 de marzo de 2014,
por la que se declara contraria a Derecho y por ende se anula aquella
resolución del JEMAD, como consta publicado en el Boletín Oficial del Ministerio
de Defensa del pasado 28 de julio de 2014, cuya copia tengo el gusto de
acompañarte. Las cosas, pues, no eran como algunos decían.
No es del caso entrar aquí en los detalles
del asunto, por cierto bastante sorprendentes en términos tanto militares como
jurídicos; ni tampoco es la hora de buscar satisfacción al perjuicio causado.
Me basta con que las autoridades, al conocer la realidad del suceso, me hayan
hecho justicia; y, sobre todo, me basta con que los amigos y las personas de
buen corazón que en este trance me habéis manifestado vuestro apoyo, conozcan
por mí el buen final de este desagradable asunto.
Quiero, pues, participarte mi sentida
gratitud por tus buenas acciones y auxilios, que confío en saber recordar por
siempre.
Recibe un afectuoso abrazo, ALFONSO