Imagino que mis palabras no harán gracia a nadie. No lo
pretenden. Al contrario, quieren recordar el lugar al que podemos llegar en
cuestión de unos meses. El gobierno autonómico de la región catalana ha convocado
un supuesto referéndum para decidir si desean seguir siendo una región más de
España. Aunque, claro, referéndum no es, en realidad no es más que un desafío regionalista
al orden democrático establecido y querido por todos los españoles a través de
las urnas.
¿Y qué ocurrirá? Se puede intuir. La Guardia Civil, cuyo uniforme exige
portar pistola reglamentaria, recibirá la orden de cerrar los lugares donde se
establezcan las urnas. Del mismo modo, la policía autonómica catalana,
igualmente armada, acogerá el mandato de la autoridad regional de defender los colegios
electorales. Confiemos en el temple de los agentes de la autoridad y en que el
asunto no concluya con una desgracia.
En el reino de Escocia, por el contrario, sí han convocado
de forma absolutamente legal la consulta popular sobre la posibilidad de
desligarse del gobierno del resto de la isla. Volverían a ser lo que fueron
hace solamente trescientos años: un reino independiente. En cualquier caso además,
algo que Cataluña jamás fue.
Muy conocidas porque componen uno de los cuarteles de la reina de Inglaterra que, comprendo, ahora deberá abandonar retornando al uso de un verdadero cuartelado.