El asunto es simple,
pero yo soy muy capaz de complicarlo. La idea es esta:
Mi experiencia me dice
que: con la familia hay que ser familiar, en el trabajo trabajador, en la
ciudad buen ciudadano y con los amigos… no, no hay que ser amigo, hay que ser
divertido.
Si todos pensáramos
igual, si todos nos comportáramos de la misma forma, si todos actuáramos de
forma análoga, nuestro paso por la superficie emergida de este planeta sería
insufrible. ¿De qué hablaríamos si todos opináramos y procediéramos de igual
forma? La vida sería bastante insulsa.
Doña Carmen Posadas, novelista
ganadora del Planeta que, por supuesto (es que es mujer) no es académica,
explicaba en uno de sus artículos del semanal de ABC la cuestión: recibimos grandes decepciones de los amigos, de
esos a los que consideramos amigos. La culpa proviene de la idealización de
la amistad. Y es que los amigos no son todos iguales. Claro, son personas y cada uno se
comporta y opina de forma diferente. Incluso un mismo individuo, fruto de la
lógica evolución de pensamiento, se comportará de forma diferente a lo largo
del tiempo.
Y ahí radica el nudo
de la cuestión. No puede esperarse de todos los amigos lo mismo. Los tendremos
generosos, de los que esperaremos esplendidez, aunque probablemente sean unos aburridos
y cansen a las propias ovejas. También contaremos con amistades que sean
capaces de animar un velatorio (y no digamos una fiesta), pero quizá no se
pueda esperar de ellos un consejo necesario porque no sean reflexivos. De la
misma forma existirán personas inteligentes a las que recurrir para solventar
alguna cuestión, pero que se comporten extrañamente en sociedad y no podamos
mezclar con otras amistades… en fin, la lista sería exhaustiva.
De ahí nuestras
decepciones con las amistades. No puede esperarse que todos se comporten igual.
De cada uno habrá que reclamar una cosa diferente y todos en su conjunto serán
amigos. Pero habrá que dirigir las necesidades atendiendo a las capacidades y
comportamientos de cada uno de ellos.
No obstante la sabia
opinión de doña Carmen Posadas, yo añadiría un colofón y ya concluyo. Si su
placer, improbable lector, consiste en ser invitado, requerido, convocado ante
cualquier circunstancia por sus amistades. Si desea que sus amigos se acuerden
de usted siempre, lo tiene fácil: sea divertido. Sí, no hay otra forma. La imagen de hoy sábado, que se me olvidaba: