Hasta uno más de los recientes
cambios en la organización castrense de España cada ejército se dividía en
armas y cuerpos. Las Armas se definían por su carácter de combate, los cuerpos
por su condición de apoyo a la fuerza. Así, el ejército de tierra contaba con
las armas de artillería, infantería y caballería; y los cuerpos de ingenieros,
intendencia y guardia civil.
En consecuencia la Guardia
Civil no era un arma sino un cuerpo, es decir su misión fundamental no requería
del combate. Y sin embargo, sus misiones más a menudo de lo deseable concluían
en el uso de la fuerza armada.
Dando de alguna forma
continuidad a las entradas sobre las armerías del copríncipe eclesiástico de
Andorra, hoy quiero atraer su atención improbable lector, hacia el asunto del
sujeto que se proclamó a sí mismo en 1934, rey de Andorra.
El asunto ya ha sido tratado en
otros blogs hermanos. Un súbdito del zar de Rusia no sólo se tituló rey de
Andorra, sino que logró que las cortes de aquel exiguo país lo reconocieran
como tal.
La cuestión concluyó, como no
podía ser de otra forma, con el recurso al cuerpo que no tiene entre sus
funciones el combate sino el apoyo a las unidades de combate: la Guardia Civil.
El entonces copríncipe episcopal telefoneó al cuartelillo de Urgel exponiendo el atropello de sus derechos seculares y el sargento jefe del puesto, acompañado de cuatro guardias, acudió al palacio real de Andorra. Asiendo al rey por el cuello de la chaqueta fue detenido sin más explicaciones y conducido a Urgel, donde quedó encerrado en prisión.
El entonces copríncipe episcopal telefoneó al cuartelillo de Urgel exponiendo el atropello de sus derechos seculares y el sargento jefe del puesto, acompañado de cuatro guardias, acudió al palacio real de Andorra. Asiendo al rey por el cuello de la chaqueta fue detenido sin más explicaciones y conducido a Urgel, donde quedó encerrado en prisión.
Y es que la Guardia Civil, el
instituto en el que buscamos ejemplo todos los militares, no conoce otros
miramientos que el cumplimiento del deber. Si hay que detener a un supuesto rey
se le detiene y punto.
Aprovecho esta entrada para
añadir una sabrosa anécdota. Es sabido que el tricornio que gasta la Guardia
Civil es motivo de especial incomprensión en el extranjero. Habiendo hace tres
días conmemorado el veintitrés efe, relataba
un periodista que en un diario sueco se incluyó al día siguiente la noticia
sobre el suceso explicando que había sido asaltado el palacio de las cortes de
Madrid por parte de un perturbado que vestía un sombrero de torero.