Facebook presenta aspectos positivos y
facetas no tan claras. Uno de los grupos a los que pertenezco en esa página es el de la Sociedad Heráldica, Heraldry Society en inglés.
Hoy el cuerpo no me demanda escribir mucho. Aún
permanezco convaleciente del aperitivo del día de fin de año: siete horas
largas, bien regadas, y del todo divertidas, junto a la marquesa de la Real
Templanza, a los condes de las Reales Huertas y a doña Carmen Morán Saz,
baronesa de la Real Ciencia, todos ellos en el reino del Maestrazgo. Aperitivo que, sin solución de continuidad, se
solapó con la cena, ya en familia, y posterior celebración del cambio de año.
Si a los intelectualmente dañinos elementos anteriores
añadimos que permanezco en fase creativa, vamos que estoy pintando escudos, hoy
únicamente me permito atraer su atención, improbable lector, hacia dos
elementos heráldicos que se han reseñado recientemente en ese espacio virtual denominado Facebook al que hacía referencia al inicio:
Por una lado, un muy evidente recuerdo de las
armas del padre don Guy Selvester, el sacerdote de rito católico más cercano,
sin duda, a la figura de nuestro santo patrón, el nuncio Heim.
Armas que ya
conoce, improbable lector, y que destacan claramente de cualesquiera otras sobre todo por su jefe arbolado:
Expuestas por otro miembro del grupo, don Elliot Nesterman, las que siguen son las armas
de la localidad checa de Chlum (menuda cacofonía).
Efectivamente, improbable lector, de no
conocer su origen, la observación de estas últimas armerías sugeriría que el padre Selvester hubiera alterado su blasón para reconvertirlo hacia un motivo navideño tras celebrar con un evidente exceso
de champán la nochevieja.
La otra anécdota que deseo exponer es la
reciente intervención en Heraldry Society de don Klaas Padberg Evenboer, cuyas
armas son las que siguen,
para exponer el trabajo de un diseñador heráldico
holandés, don Henk 't Jong que, según explica, es historiador profesional,
uno de los artistas heráldicos de más renombre en los Países Bajos y el pintor
de los frescos que adornan la sala principal del castillo de Merwede, en
Dordrecht.
Frescos que, como ha podido apreciar,
improbable lector, aún en el siglo XXI representan armerías sobre la chimenea.