sábado, 27 de septiembre de 2014

SÁBADO: IMÁGENES

Hoy, que es sábado gracias a Dios, expondré una composición heráldica ejecutada por la docta mano del marqués de la Ilustración Real en el reino del Maestrazgo, don Marco Foppoli.
Persona sensata, el padre don Guy Selvester, referente de nuestras ciencias en los Estados Unidos de América, tras una larga evolución heráldica que se expuso hace ya tiempo y que podrá consultarse abriendo en siguiente enlace,
no ha vuelto a variar sus armas más allá de las particiones, tan comunes en aquellos lares, con los lugares de destino profesional.
Así, el padre don Guy ostenta hoy un partido de las armas de la capilla del santuario del santísimo sacramento con las suyas propias.
Pero además, dado que ostenta un cargo de rey de armas en la farsa (tan farsa como el reino del Maestrazgo) de la casa real de Paternó, ha encargado al maestro Foppoli una composición en la que parte sus armas con las del imaginario oficio heráldico. El magnífico resultado se expone como conclusión de estas líneas: 
Añado el enlace al colegio heráldico de la chanza de la casa real aragonese.

viernes, 26 de septiembre de 2014

ÁRBOLES

Las armas del municipio de Torrelodones desde el que se redacta este tedioso blog son parlantes. Exhiben una torre y un árbol. Ese árbol, el lodón, que significa a la segunda parte del nombre es especie endémica peninsular particularmente presente desde inmemorial por estas latitudes madrileñas.
No en vano dicen los que saben de la historia heráldica de la ciudad de Madrid que la denominación del árbol como madroño (Arbutus Unedo) proviene del error de representación en gules (rojo) de los frutos, 
cuando deberían ser de sable (negro), tal como los exhibe naturalmente el lodón (Celtis Australis).
Cuentan los que tienen la suerte de viajar por otras capitales de los reinos europeos vecinos, que Madrid ha sabido crecer respetando espacios arbolados. Así, la capital cuenta no solo con una buena porción de hectáreas ajardinadas, sino con árboles en la mayoría de las aceras.
Realmente ignoro cuántos lodones, la verdadera especie autóctona, subsisten por Madrid, en cualquier caso madroños deben de quedar menos porque gustan de climas más fríos, más del norte peninsular.
Y es que, como si de una película de terror ecológico se tratara, la naturaleza en Madrid ha comenzado a matar. Ya es frecuente la noticia relativa a ramas de árboles que caen inertes sobre viandantes, acabando con sus vidas.
¿El motivo? He escuchado dos versiones: por un lado un hongo que afecta interiormente sin que el exterior manifieste deterioro alguno y por otro falta de presupuesto municipal para contratar ingenieros expertos en plagas que determinen la gravedad de cada caso.
En realidad, parece evidente, la causa es única. Se llama crisis.
Una frivolización heráldica del problema me ha resultado especialmente ingeniosa y con esa imagen concluyo:

jueves, 25 de septiembre de 2014

MONUMENTO

Me explicaban recientemente mis amigos don Jorge Gómez Martín y doña Ana García Pardo, marqueses de Las Tablas en el reino del Maestrazgo, que si por humano entendemos perteneciente a la taxonomía Homo Sapiens, los Neardenthales no fueron humanos. Constituían otra especie. Parecida a la nuestra, pero con cromosomas diferentes.
Sin embargo, explican los antropólogos que los estudian, que enterraban a sus muertos, que los sepultaban con sus objetos personales más queridos y que adornaban sus tumbas con flores.
Paradójicamente Poe, Edgar Alan Poe, además de narrador de novelas cortas de terror psicológico, fue poeta. Y poeta debió de ser el individuo que, por espacio de sesenta años, acudió a su tumba en Maryland para depositar tres rosas y una botella de cognac con la que brindaba ante el monumento mortuorio del escritor la noche previa a la celebración del aniversario de su nacimiento.
Hoy retomo la entrada de ayer mismo para exponer concisamente la identidad de un monumento mortuorio que no se adorna con flores ni cognac sino con una espada.
Efectivamente, improbable lector, buena memoria. Se encuentra en la catedral, de rito anglicano, de Glasgow.
Sirve de homenaje a un teniente, natural de aquel lugar, Robert Burn Anderson, quien falleció prisionero de las tropas chinas en 1860 a consecuencia del maltrato recibido en cautividad.
El monumento manifiesta el acierto de simbolizar el arrojo militar y la gloria alcanzada a través de una muerte acaecida en cumplimiento de la obligación encomendada.

miércoles, 24 de septiembre de 2014

ENEMIGOS

El conde de las Reales Huertas en el reino del Maestrazgo, mi amigo don Antonio Bartolomé Alemany, cuyas armas inician esta entrada, me explicaba el verano pasado, en una conversación muy bien regada, la evolución que ha sufrido el concepto de enemigo en nuestra sociedad occidental.
Y es que hasta hace escasos veinticinco años el oponente global de la sociedad occidental, (que entonces no se llamaba así sino primer mundo) era el conjunto de países que se regían por la concepción social denominada comunismo. Naciones que agrupábamos bajo la voz segundo mundo.
El equilibrio era precario, sabiamente basado en la equivalencia armamentística estratégica. Ambos bloques poseían una capacidad destructiva del enemigo, basada en el poder atómico, de similar entidad.
Años antes de la caída del muro de Berlín en 1989, el gobierno de los Estados Unidos de América inició y desarrolló un programa espacial que los noticiarios denominaron "guerra de las galaxias". 
El programa consistía en la defensa estratégica de su territorio a partir del establecimiento de una red de satélites en la estratosfera con capacidad para destruir los misiles nucleares del bloque comunista al poco tiempo de ser disparados desde sus bases.
Y el bloque comunista se rindió. Capituló ante la imposibilidad de crear una estructura satelital similar. Imposibilidad no solo científica sino económica. La conclusión es que se pasaron al enemigo. Se convirtieron en lo que ellos mismos denominaban "capitalistas". Y el principal adversario del primer mundo, de occidente, desapareció.
Pero la industria de investigación y fabricación de armamento es poderosa. Si no hay un contrincante hay que inventarlo. Y en pocos años surgió un nuevo adversario de la sociedad occidental: el integrismo musulmán.
Ese integrismo moro no tiene realmente capacidad bélica suficiente como para ser considerado una amenaza global para nuestra sociedad. Los Estados en los que se desarrolla no poseen armamento nuclear y sus ejércitos no alcanzan entidad proporcionada a los de occidente.
Pero realmente conviene que exista un adversario y que ese adversario sea débil. Efectivamente nuestras sociedades no se ven verdaderamente amenazadas por una invasión. Sus acciones, muy aireadas en los informativos para mantener la conciencia de peligro global, no son más que aguijonazos en un oso, carecen de auténtica trascendencia. 
Sí, perpetran atentados que alcanzan una gran difusión mediática. Pero no puede considerarse una amenaza militar.
Con el fin de no adquirir enemigos innecesarios, se distingue muy bien en los informativos entre el conjunto de los practicantes de la religión musulmana y los que incurren en integrismo. Así, el adversario no es el conjunto de países musulmanes sino los individuos que trasladan la práctica de su religión al extremismo más radical.
Pero no es este realmente el asunto del que hoy quería hablar. Comienzo a escribir y no sé dónde acabo. Quería explicar que, frente a las naciones musulmanas, el conjunto de las diferentes ramas cristianas son una única religión que posee ritos diferentes.
Y realmente no les falta razón. Lo que diferencia al conjunto de confesiones cristianas son los ritos. Pero la esencia es única: hacer divertida la vida al prójimo.
Este es ya el tema que hoy pretendía exponer y lo haré en dos líneas, que ya le he aburrido bastante improbable lector. El rito anglicano ha sabido mantener en sus monumentos religiosos el modelo artístico medieval. En el nuestro, el católico, no siempre hemos acertado.
Concluyo con la fotografía que ha sido capaz de motivarme tamaña tormenta de ideas: 
Ha sido tomada en la catedral de Glasgow. De rito anglicano. Otro día explicaré algún detalle sobre esa imagen.

lunes, 22 de septiembre de 2014

MÁSTIL TIMBRADO

Remite mensaje don Jose Antonio Padilla para aclarar un detalle sobre el mástil timbrado con corona real del que se habló hace unos días:

Hola José Juan:

Como complemento a tu entrada de hoy me gustaría comentarte que el mástil de la bandera que señalas aparece "timbrado" con la corona británica porque es el British White Ensign (literalmente: pabellón blanco británico) que distingue a los buques de la Royal Navy. En España lo podríamos traducir como pabellón de guerra inglés.
http://en.wikipedia.org/wiki/White_Ensign

No debe confundirse con el British Blue Ensign, propio de otros buques del Estado como los Guardacostas: 

Ni con el British Red Ensign, propio de buques mercantes: 

En este punto me gustaría recordarte que todos los buques de guerra de la Royal Navy se nombran anteponiendo las siglas H.M.S. que significan His/Her Majesty's Ship (traducido: Buque de Su Majestad). Antiguamente incluso se usaban las armas del soberano como mascarón de proa, como puede atestiguarlo su buque en activo más antiguo, el H.M.S. Victory.
Un abrazo,
José A. Padilla.

domingo, 21 de septiembre de 2014

NUEVA ORDEN

Mi amigo el conde del Puig de Sabadell en el reino del Maestrazgo, el genial don Xavier Garcia i Mesa, cuyas armas preceden a estas líneas, tiene la deferencia de remitirme uno de sus diseños que sirve, si se toma el asunto con el humor necesario, para añadir una nota jocosa a la cuestión de los motivos que mueven a aparentar ser lo que no se es, pretender el equívoco, por parte de una corporación de, nadie lo pone en duda, excelentes y comprometidos caballeros, que se uniforman como militares sin serlo. Sin el esfuerzo que supone intentar acceder a la institución castrense.
Proponía una farsa de dialogo en aquella entrada que ha inspirado a don Xavier una nueva condecoración ficticia. Condecoración que podría confundirse con el collar de la orden de Carlos III pero que, al igual que ocurre con los uniformes de los reales tercios, si se observa con atención, con mucha atención, se advertirá que no es idéntico. Aunque de lucirse podría llamar al error. Error pretendido, claro.
Ya concluyo con la imagen creada por don Xavier. Se trata del collar de la orden de la Zambomba Inconclusa: