Recorriendo Malasaña me explicaba ayer entre copa y
copa mi amigo don Manuel Gener Villechenous, conde del Real Proyecto, en el
reino del Maestrazgo, que el oculto afán de la alcaldesa de Madrid era que los
madrileños aprendiéramos baile.
-No te entiendo Manolo, tío.
-¿Tú te acuerdas
de la canción que dice: un pasito palante, María, un, dos, tres, un pasito
patrás?
-Sí, claro.
-Pues la alcaldesa Botella está empeñada en que los que
somos fumadores y bebedores (vamos, la gente divertida) practiquemos ese baile
en la entrada de los bares ¿a qué si no que haya prohibido beber en la calle y
fumar dentro del bar? Ha conseguido que demos un pasito palante y demos una
calada fuera del bar, y un pasito patrás y nos bebamos un trago dentro del bar.
¡Y con el frío que hace, caramba!
-Es verdad, claro. La alcaldesa se llama Botella
por algo. Le gusta la juerga y la juerga incluye algún baile.
-¿Y qué harán en...
Suecia por ejemplo para solucionar esto, estarán ateridos de frío los
fumadores, no?
-Bueno beberán más para combatirlo.
La introducción anterior quiere
atraer hoy su atención, improbable lector, hacia algunas instantáneas tomadas
en el reino de Suecia. En el periodo interblogs, se celebró la boda de la más
atractiva de las princesas de la cristiandad entera, doña Magdalena Bernadotte.
En la fotografía que sigue, que muestra un momento de la ceremonia, se advierte
con nitidez una corona, supongo que correspondiente al título nobiliario que
ostente,
que coincide con la que
efectivamente timbra sus distinguidas armas:
En las imágenes que siguen se
aprecian las armas de algunos sujetos agraciados con la orden de los Serafines, propia del reino de Suecia, orladas consecuentemente con el collar de la institución y entre las que se
distinguen las del príncipe de Asturias, con un lambel, de 1991, cargado con la
cruz de la victoria,
y para terminar las del afamado
agitador sindical don Lech Walesa, presidente igualmente del que existiera como reino de
Polonia.