martes, 2 de septiembre de 2014

ROJO CARMESÍ

Recordará, improbable lector, que hace escasas entradas traía a esta tediosa palestra las armas que ha tomado para sí el nuevo monarca don Felipe VI. Armas que se recogieron en el boletín del Estado al definir el guion que significará la presencia del rey.
Guion que, olvidando el azul de su predecesor en tan alta magistratura, ha adquirido color “carmesí” (sic). Color carmesí que, observando con detenimiento el aspecto que realmente define su tintura en el propio BOE, podría definirse por profanos como intermedio entre rojo y morado.
La feria del libro de Madrid, ese gran talismán contra la sequía que se celebra en el que fuera jardín del buen retiro de las reales personas, hoy Jardín del Retiro a secas (y a lluvias), mantiene desde su invención la capacidad de convocar diariamente a un buen número de lectores (todos ellos ataviados, al menos el día de su inauguración, con el pertinente paraguas).
Mi amigo y compañero de armas don Pedro Martín López, conde de Alcorcón del Rey, en el reino del Maestrazgo, lector impenitente y asiduo de la feria del libro tuvo la gentileza de comprarme un atrasado número de la Revista Hidalguía. Nada menos que del año de gracia de 1985, dedicado en exclusiva a la ciencia del blasón.
De entre sus muchos y extraordinarios artículos hoy haré hincapié sobre el titulado La bandera de Castilla-La Mancha, de don Ramón José Maldonado y Cocat, quien fue su creador.
Al explicar los esmaltes escogidos para la enseña (y su posterior e idéntico escudo) hace alusión, como el guion de su majestad el rey don Felipe VI, al “rojo carmesí”.
Y es este lugar al que hoy quería atraer su atención, improbable lector. El rojo carmesí, explicaba el académico Maldonado, es el esmalte tradicional del reino de Castilla, lo que hoy denominaríamos rojo. Así, tal cual, el color rojo de toda la vida. Queriendo alejarlo del morado que quisieron imponer los vencedores tras el fratricidio del 36.
Pero, me atrevo a imaginar que por excesivo tecnicismo, el carmesí ha tornado a ser un color diferente del rojo que fuera en su origen. De esta forma, tanto la bandera de Castilla-La Mancha, como el guion del rey, debiendo ser de color rojo, han tomado esa nueva tonalidad, por otro lado tan poco medieval por la escasa diferencia cromática.
Ya finalizo esta especialmente tediosa entrada. La bandera y el escudo de Castilla-La Mancha, con ese erróneo color carmesí, deberían ser, de acuerdo con el espíritu de su creador y con la tradición, del color del pendón de Castilla: rojo.
Como sucede en las armas de su vecina Castilla y León donde, por el contrario, se comprendió perfectamente el significado del concepto cromático carmesí.