viernes, 27 de diciembre de 2013

MENSAJE Y CUESTIÓN

Remite unas líneas un amigo, don Jesús María Méndez Garnica, marqués de Pomar, en el reino del Maestrazgo, cuyas armas, recién otorgadas por el consejo de regencia del reino, son las que siguen:
Comprobará, improbable lector, que resulta del todo interesante su recado. Da un repaso al gallinero heráldico, propone la existencia de armas únicamente por concesión y añade una nueva cuestión relativa a la identificación de unos antiguos blasones. Las que siguen son sus doctas palabras:

Amigo Jose Juan:
Mis mejores deseos para estas Navidades y un prospero (¿es pedir demasiado?) año nuevo.

Y aprovechando la ocasión:

Sigo comprobando de vez en cuando su Blog de Heráldica fósil; dicho sin malicia, es así como yo llamo a los blogs que han sido abandonados. Y es claro que lo abandonado no es el blog. sino sus lectores, y los que de buena fe acudíamos a abrevar en él nos sentimos algo huérfanos. Visto ahora, desde una óptica de paleontólogo, me doy cuenta de que lo que tenía su blog era frescura, personalidad, honradez y vida. . . . ahí es nada!.

Comparto con Usted la sensación de "feria de las vanidades" que da el mundo de la heráldica. Conozco de primera mano algunos ejemplares deprimentes. Y la entiendo muy bien pues yo tuve una experiencia similar en el mundo de la Entomología, en el que habiendo llegado, tras 20 años de dedicación, a mi nivel de incompetencia, y observado y valorado el mundillo que me rodeaba decidí hacer mutis por el foro. Pero conservo los contactos y a veces hace ilusión que a uno le consulten viejos conocidos que le recuerden los viejos tiempos. Y todo ello ayuda a que lo vivido sea interpretado como una experiencia en la que nos hemos crecido.

Yo llegué a interesarme por la Heráldica no "per se", sino como un valioso auxiliar del arte y la historia. El diseño de los escudos de piedra que ostentan nuestras casonas es como un libro de modas, que no hay más que ojear para saber en qué año o periodo estamos.

Disiento radicalmente de Usted en su posición liberal (perdón, no me gusta la palabra, pero no encuentro otra) en la toma de heráldica personal. Pienso que el espíritu de la heráldica está en la "concesión", "otorgamiento", o, como mínimo "reconocimiento por autoridad relevante" de las armas. Es lo que podría llamar "sentido histórico de la heráldica" o·"la heráldica como reconocimiento". Quién la concede y porqué es un aspecto importante en la historia de unas armas. Claro que así no es posible la generalización de la heráldica, pero ese es su valor. Yo no podré tener nunca unas armas, y lo acepto. Aquello que todos podemos conseguir sin esfuerzo no tiene valor social ni conlleva mérito o prestigio alguno. Es como comprar ropa de moda. Pero esta mi opinión no es un dogma y por tanto es un tema abierto a discusión.

Por otro lado ¿tiene sentido hoy en día la Heráldica, salvo como materia histórica?. El mundo ha cambiado, y la tendencia es igualar por lo bajo. ¿Qué respeto puedo tener por un título nobiliario otorgado a un entrenador de fútbol por decisión de un gobierno socialista? ¿o al portador de unas rimbombantes armas heredadas cuyo comportamiento las degrada?. Son tiempos nuevos, y lo perdido, perdido está: ¡al museo y al estudio!.

Otro aspecto nada baladí es el confusionismo que se crea cuando se comienzan a entremezclar en las fachadas de nuestros pueblos escudos de nuevo cuño, elegidos, con los antiguos blasones. Transcurrido un pequeño periodo de tiempo la piedra, que piedra es, toma su patina, y conduce a caminos sin salida o al despiste total. No hay modo de distinguir un escudo histórico de otro que no lo es. Todos iguales, pero por lo bajo.

No me extiendo mas, es que no me he podido resistir, perdón por el latazo.

Eso sí, como curiosidad, le envío un par de fotos de los escudos que ostenta mi casona en el norte. Nunca he conseguido saber a quién pertenecieron.

La casa pertenecía a la familia de mi esposa desde hace 150 años. 
Como puede ver el escudo esquinero es de hacia 1680, y el frontal de hacia 1650. Hay también símbolos eclesiásticos en la clave del portón.