domingo, 26 de enero de 2014

ADIESTRADO

Hace un porrón de años, siendo niño aún (tampoco es que haya madurado intelectualmente mucho desde entonces) en la Obra del Único me explicaron que había que evitar la palabra yo. Si se evitaba la palabra yo se hablaba de los demás y resultaba más fácil olvidarse de uno mismo.
Así que hoy, aunque empiece la entrada hablando de mí mismo evitaré esa expresión. En cualquier caso, (no se debieron dar cuenta en el Opus del Sublime), como nuestro idioma conjuga los verbos, no es necesario prácticamente el uso del yo.
Tengo la suerte de contar con dos hijos positivamente magníficos, de verdad: Arturo, de quien todo el que lo conoce alaba su esmeradísima educación y su correctísimo y agradable trato contando tan solo con quince años; y Almudena que, además de su belleza (es digna hija de su madre) exhibe un buen humor envidiable (tengo que insistir, es que es digna hija de su madre).
La lástima es que a pesar de mis continuas charlas en familia sobre asuntos relacionados con la heráldica, aunque sea de forma colateral, ninguno de ellos muestra el menor interés por el asunto.
Adopté armas hace ya algunos años. Las conoce perfectamente improbable lector. 
Los pocos  que entienden su verdadero sentido, su significado, dicen que es mejor que no lo revele porque se perdería el misterio que surge alrededor de los posibles motivos que condujeron a su elección. Y consideran que es mejor que permanezca así, latente, oculto, escondido. Significación de armerías que, en consecuencia, se irá conmigo (huy, casi uso la palabra yo) a la tumba.
Y no solo el sentido. Mis armas morirán conmigo porque a mis hijos no les veo siguiendo el camino que conduce a mantener un escudito que, estoy convencido, les resulta una sandez. Y está bien que así sea. Intentar perpetuar las aficiones en los hijos carece de sentido. Ellos sabrán encontrar distracciones acordes a sus gustos.
En cualquier caso, las armas que me representan ostentan una particularidad poco común: Su blasonamiento concluye en un adiestrado. Adiestrado es la expresión que utilizan los heraldistas para significar la partición irregular de proporción muy reducida en el extremo diestro del blasón. 
Nuestro santo patrón redactó e ilustró un completo libro para demostrar que la excepción en materia de esmaltes de sus propias armas era frecuente. En mi caso, no podré recopilar material para un libro que exhiba armas que presenten particiones adiestradas. No son desde luego habituales. Por no decir prácticamente fallidas, inexistentes, nulas.
He descubierto únicamente un caso. Recientemente. Facebook es últimamente una mina de hallazgos heráldicos. Y este es el lugar al que pretendía hoy desplazar su atención, improbable lector: las armas que ha adoptado como prelado el italiano don Adelio Dell´Oro.
Seré breve. Monseñor Dell´Oro fue consagrado obispo recientemente para trabajar en el servicio diplomático, siendo en consecuencia no ordinario sino titular de la extinguida diócesis de Cástulo en el reino de Jaén, hoy Andalucía.
(El vídeo de la ceremonia de consagración episcopal, por si es de su interés improbable lector, puede ser consultado en este enlace)
Sus armas se podrían blasonar como un campo de azur con dos lises de oro puestas en faja, surmontadas de un sol de oro. En punta dos brazos de carnación, vestidos de gules, nacientes de los flancos, estrechándose las manos. Adiestrado de plata con cruz llana de gules.
Explica don Andrew Martin Garvey en la revista italiana de heráldica Sul Tutto, que el adiestrado representa la diócesis de origen del nuevo obispo, Milán. En coincidencia con lo que pudiera interpretarse que pretendo representar en mis propias armas, el resto del escudo debe leerse desde abajo hacia arriba: El lema significa que todas las cosas hablan del Único. Las manos estrechadas, que se blasonan como fe (no lo había leído nunca) representan eso, la fe, claro. Las lises recuerdan la intercesión de María Santísima. Manos  y lises que conducen a Dios representado por el sol en su esplendor.
El asunto no da más de sí. Si en alguna ocasión, improbable lector, encuentra en sus pesquisas heráldicas por la red algún otro escudo adiestrado tenga la bondad de remitirme el enlace. Siguiendo el ejemplo de nuestro patrón comenzaré a redactar un libro que se titulará Adiestrado & campo.