lunes, 17 de febrero de 2014

PUESTO

Ya sabe, improbable lector, que me gusta escribir. Que la excusa en este blog es la heráldica, pero que lo que de verdad me motiva es la redacción en sí misma. La lástima es que no soy escritor, carezco de ese talento y en consecuencia leerme es complicado y sobre todo tedioso. Hoy me permitiré aburrirle, si tiene la deferencia y la suficiente paciencia para seguir leyendo, con asuntos no relacionados con la heráldica, sino con la escritura.
Dijo alguien que los escritores son ese tipo de personas que atienden al significado de una coma. Al sentido de una coma. A la significación profunda de una simple coma.
No tengo el honor de conocer a muchos escritores consagrados: Al maestro Sampedro, que vende sus libros como rosquillas en feria y que no gusta de las comas; y al doctor de Montells, que no sé si vende profusamente sus obras, pero que escribe mucho y bien, a pesar de gastar mucha tinta en comas.
No es cuestión baladí. Esta entrada podría enlazar con varias anteriores. Aquella en la que se daba un repaso a la capacidad electora de los miembros de la academia (me refiero naturalmente a la real de la lengua española) y a aquella otra sobre una expresión en la  lengua propia del blasón denominada A todo trance.
Y es que quiero detenerme en un apartado de las reales ordenanzas promulgadas por la católica majestad del rey don Carlos III y reformadas justo al inicio de la democracia actual.
Las reales ordenanzas se aprobaron, dado que el cuerpo legislativo se reformó en su integridad, de nuevo en 1978 a través de una ley orgánica. La primera ley tras la aprobación de la constitución. La redacción primitiva de uno de sus artículos establecía la siguiente norma: Aquel que recibiere la orden expresa de defender su puesto a todo trance lo hará.
Efectivamente, falta alguna coma. En la redacción fijada por el rey don Carlos III no existía y por ese motivo la he obviado. Se discutió, en 1978, por parte de los procuradores a cortes, (léase hoy políticos) en qué lugar debía establecerse la coma. Dos corrientes aparentemente encontradas significaron sus posturas: por un lado, se propuso que la coma se dispusiera tras la palabra puesto; por otro, se exigió que la coma apareciera tras la expresión trance. No, no es lo mismo improbable lector. Sopéselo.
En cualquier caso, tras la deliberación en cortes se aprobó que la redacción quedara de la forma que hoy establecen las vigentes reales ordenanzas (que no se me olvide: que son de obligado cumplimiento para toda la familia militar): Aquel que recibiere la orden expresa de defender su puesto, a todo trance lo hará.
Viene a significar este punto que quien haya recibido la orden de su superior de defender el puesto que ocupe, esté donde esté, no reparará en vidas (incluida la propia) para cumplir el mandato recibido. Así, cualquier trance en que se vea inmerso será bienvenido para hacer frente al propósito de cumplir el deber expresamente encomendado.
Nada más.